sábado, 27 de septiembre de 2008

Visión felina

Uno de los sentidos más desarrollados en el gato es la vista, la cual le es extremadamente útil para cazar. Sólo abre los ojos 7 días después de su nacimiento, no llegando a dominar los estímulos visuales sino hasta aproximadamente 2 meses después, que es el momento en el cual sus ojos adquieren su color definitivo, pudiendo ser amarillos, naranjas, verdes o azules. Poseen visión binocular, lo que significa que una parte del campo visual de un ojo es cubierta por el otro también, dotándolos de visión en tres dimensiones, lo que le permite calcular el tamaño de su presa y la distancia a la que ésta se encuentra. Cuando se concentran en la presa es lo único que ven con total nitidez, lo demás se torna borroso.

Su visión nocturna es muy superior a la de los humanos, aunque su visión durante el día es inferior. Esto es porque tienen 200 millones de células fotosensibles, llamadas bastones (¡nosotros sólo tenemos 120 millones!). Sin embargo el secreto en realidad es una membrana que se encuentra detrás de la retina, el tapetum lucidum, encargada de reflejar la luz no absorbida incrementando entre 30 y 50 veces la luz disponible de los fotorreceptores. Cuando sus ojos aparecen brillantes al sacarles una foto se debe a la interacción del flash de la cámara y esta membrana. Cuando la oscuridad es total los bigotes captan los imperceptibles cambios en el aire, lo que le permite caminar entre objetos que apenas ve.

En la oscuridad o la penumbra, sus pupilas se abren al máximo para recoger la mayor cantidad de luz posible, aunque de día éstas se contraen formando dos hilos verticales.

A pesar de tener una gran visión (una de las mejores de la naturaleza), los gatos no poseen demasiados conos (células fotosensibles encargadas de la visión en colores), no ven de forma nítida, y además sólo pueden captar algunos colores como el azul, el verde y tal vez el rojo, sin distinguir matices; aunque de noche sólo ven en blanco y negro.

Los gatos tienen un tercer párpado, llamado membrana nictitante, que es una lámina delgada que le proporciona protección adicional. Normalmente no es visible si el gato se encuentra sano, pero se cierra parcialmente si está enfermo o tiene sueño.




domingo, 21 de septiembre de 2008

Felis silvestris catus

Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Mammalia
Orden: Carnivora
Familia: Felidae
Género: Felis
Especie: Felis silvestris
Subespecie: Felis silvestris catus

El Felis silvestris catus, o comúnmente llamado gato doméstico, es un pequeño mamífero carnívoro de la familia Felidae. De hecho, conserva una buena parte de las características de los felinos salvajes: es carnívoro y cazador, posee un cuerpo flexible, tiene agilidad de movimiento y posee uñas retráctiles. Existen más de cincuenta razas, con una gran variedad de colores, pudiéndo ser también de pelo largo, corto o sin pelo.

Su nombre popular, y su traducción a varias lenguas como el inglés, el francés, el catalán, el italiano, etcétera, derivan del latín catus, palabra usada para diferenciar a éstos con los gatos salvajes, que eran denominados felis. En el siglo XVIII, el científico sueco Carl Linné, en su libro Systema naturae, clasificó a los gatos domésticos como Felis catus. Posteriormente en 1775, su discípulo, el naturalista alemán Johann Christian Daniel von Schreber llamó Felis silvestris al gato salvaje. Hoy en día, es considerado una subespecie del gato salvaje ya que se cree que el primer gato en haber sido domesticado hace más de 4.000 años fue el gato salvaje africano (Felis silvestris lybica). En el año 2003 la International Comission on Zoological Nomenclature (Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica) ratificó la utilización de Felis silvestris para denominar al gato salvaje, y la de Felis silvestris catus para la variedad domesticada.